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50 FOTOGRAFÍAS CON HISTORIA.

Por cada fotógrafo, una mirada única. Por cada mirada, una historia que merece ser contada.

 

“50 fotografías con historia” propone al lector un recorrido por ochenta años de esta disciplina artística en España, en el que se encuentran desde los maestros de las primeras décadas del siglo XX a las propuestas más actuales, primando en todo momento el análisis de la mirada del fotógrafo y el contexto histórico en el que fueron tomadas esas imágenes. Un libro que cuenta con el trabajo de selección llevado a cabo por José María Díaz-Maroto, y de redacción y maquetación por Félix Fuentes, junto al equipo de Signo editores.

Cincuenta autores fundamentales en la historia de la fotografía de nuestro país reunidos en un libro con más de 100 imágenes y material adicional que aportará datos de interés para el lector, y que le ayudarán a conocer más a fondo lo que hay detrás de cada una de las fotografías.

Entre los autores se encuentran maestros del fotoperiodismo, de la fotografía social, del retrato o el paisaje, con nombres como Alberto García Alix, Chema Madoz, Marisa Flórez, Enrique Meneses, Pierre Gonnord, Cristina de Middel, Joan Fontcuberta, Agustí Centelles, Eduardo Nave, Catalá Roca, Isabel Muñoz, Juan Manuel Castro Prieto, Ouka Leele, Ricardo Cases o Cristina García Rodero entre muchos otros, y por supuesto José María Mellado.

Un Chevrolet azul, una pareja bailando y el malecón de fondo fueron suficientes para que Mellado realizara una de sus fotografías más conocidas, y como él mismo reconoce, de sus diez favoritas.

Ahora puedes conocer la historia tal y como sucedió….

CHEVY AZUL Y PAREJA BAILANDO. LA HABANA, 2006.

Hay un viejo debate entre fotógrafos que cuenta tanto con partidarios como con detractores. ¿Debe un fotógrafo llevar siempre una cámara encima? Para que nos hagamos una idea,  ya el fotógrafo norteamericano Walker Evans, en los años cincuenta del pasado siglo recomendaba a sus alumnos llevar siempre una cámara pequeña escondida entre las ropas “como si fuese una pistola”. Por si acaso…

Todos sabemos que lo que sucede a nuestro alrededor es muy efímero y que una de las principales preocupaciones de los fotógrafos es tener que enfrentarse a un mundo en perpetuo cambio y con infinitas combinatorias. ¿Y si salgo de casa sin la cámara y me pierdo la foto de mi vida? es la pregunta que está en la cabeza de más de un fotógrafo.

Además saben que muchas de sus fotografías son juzgadas por su capacidad para tomar las decisiones correctas en muy poco tiempo.

Ahora bien un fotógrafo hace fotografías de dos maneras: con la cámara (la más obvia) y con la mirada (si no lleva la cámara encima). En este segundo caso se le queda como una desazón, algo dentro que luego tiene la necesidad de  compartir con sus colegas fotógrafos: “el otro día iba andando por la calle y de repente sucedió… ¡Era la foto perfecta!”. Habría sido capaz de hacer un pacto con el diablo para congelar el momento consciente de que a día de hoy no hay un “chip” que nos permita registrar lo que vemos.

En la historia que vamos a contar ahora hay un poco de esto. Y también algo más.

José María Mellado (Almería, 1966) es un fotógrafo que es ampliamente conocido por sus investigaciones en el revelado de archivos digitales. José María Mellado ha publicado varios libros sobre técnica fotográfica y ha desarrollado un método propio para revelar archivos digitales. Gracias a ellas ha conseguido crear una obra, casi siempre relacionada con el paisaje, en el que siempre aparece la mano del hombre. Carreteras, humos industriales, … recordatorios de que los humanos estamos presentes en cada rincón del planeta.

La técnica con la que Mellado interpreta sus paisajes le ayuda a crear fotografías, por medio de un uso determinado del color, que dota a sus fotografías de un aspecto bastante sobrecogedor. De alguna manera Mellado ha utilizado sus investigaciones para crear una forma fotográfica que le ayuda a contar las cosas de la manera en la que a él le interesa contarlas.

En este sentido no es el primero que  aplica sus investigaciones a su lenguaje fotográfico. Autores como Ansel Adams y Fred R. Archer, creadores del sistema de zonas, lo hicieron antes que él Pero Mellado, además de creador de una forma fotográfica muy reconocible es también uno de estos fotógrafos que considera que no hay que llevar siempre encima una cámara. Y con esta convicción aterriza en el año 2006 en La Habana.

Y en uno de sus primeros paseos por el Malecón de la ciudad se encuentra con esta escena: Un magnífico Chevy azul aparca delante de él. Todo un espectáculo. Entonces, como en un más difícil todavía, se abren las puertas del coche. Música a todo volumen que procede del interior, y una pareja que sale de él y se pone a bailar. ¡Esto nada más llegar a La Habana!

José María se queda boquiabierto. Tímidamente y como un convidado de piedra se acerca a la pareja y articula unas palabras. “Acabo de llegar de Madrid y me ha sorprendido mucho que os pongáis aquí a bailar, ¿esto es por algo?”. Ellos le miran. “¡Ah!, no, no, simplemente estábamos contentos, nos hemos parado y nos hemos puesto a bailar. Y ahora nos vamos, así, sin más”.

José María intuye que algo se le está escapando entre los dedos. “¿Os importaría mañana quedar por la tarde y que os haga una foto?”. “Por supuesto que no”. Le contestan. “Vale, nos vemos antes de la puesta del sol. Hasta mañana”.

Ya con su cámara Haselblad al cuello, al atardecer del día siguiente baja al Malecón, pensando que quizás ni siquiera aparecerían. Pero a la hora prevista llegaron, aparcaron e hicieron lo mismo. Hizo varias tomas de las que eligió ésta. La que combina el amarillo del jersey del chico con la línea del suelo y la ropa de ella con el azul del coche.

El resultado es esta recreación de la vida. Una fotografía que Mellado reconoce que colocaría entre sus diez favoritas.

Una copia de esta fotografía acabó siendo comprada por el Chazen Museum of Art de Wisconsin y está en su colección permanente. Por este motivo y pensando que a los bailarines les gustaría saber que estaban en un museo de Estados Unidos José María intentó contactar con ellos. Sin éxito. El número de teléfono que le habían proporcionado no sirvió de nada. Había cambiado. Algo que parece ser muy común en Cuba. Porque parece que allí todo se obstina en estar vivo sobre la marcha. Y esto para un fotógrafo que no lleva una cámara encima es una complicación adicional. Sin embargo Mellado en esta fotografía capturó lo que no se puede escenificar sin perderlo: la vida humana.

El poeta Yeats decía que cómo era posible distinguir al que baila del baile. Esta pareja de La Habana ha quedado para siempre enredada en un baile al atardecer, la hora en la que Mellado, el ingeniero de formación acostumbrado a trabajar con una metodología rigurosa, los ha colocado para siempre.

 

En conclusión, un libro esencial para aquellas personas, aficionadas o profesionales, que sientan curiosidad por conocer las anécdotas y las circunstancias que rodearon a las fotografías españolas más conocidas.

Hay un viejo debate entre fotógrafos que cuenta tanto con partidarios como con detractores. ¿Debe un fotógrafo llevar siempre una cámara encima? Para que nos hagamos una idea,  ya el fotógrafo norteamericano Walker Evans, en los años cincuenta del pasado siglo recomendaba a sus alumnos llevar siempre una cámara pequeña escondida entre las ropas “como si fuese una pistola”. Por si acaso…

Todos sabemos que lo que sucede a nuestro alrededor es muy efímero y que una de las principales preocupaciones de los fotógrafos es tener que enfrentarse a un mundo en perpetuo cambio y con infinitas combinatorias. ¿Y si salgo de casa sin la cámara y me pierdo la foto de mi vida? es la pregunta que está en la cabeza de más de un fotógrafo.

Además saben que muchas de sus fotografías son juzgadas por su capacidad para tomar las decisiones correctas en muy poco tiempo.

Ahora bien un fotógrafo hace fotografías de dos maneras: con la cámara (la más obvia) y con la mirada (si no lleva la cámara encima). En este segundo caso se le queda como una desazón, algo dentro que luego tiene la necesidad de  compartir con sus colegas fotógrafos: “el otro día iba andando por la calle y de repente sucedió… ¡Era la foto perfecta!”. Habría sido capaz de hacer un pacto con el diablo para congelar el momento consciente de que a día de hoy no hay un “chip” que nos permita registrar lo que vemos.

En la historia que vamos a contar ahora hay un poco de esto. Y también algo más.

José María Mellado (Almería, 1966) es un fotógrafo que es ampliamente conocido por sus investigaciones en el revelado de archivos digitales. José María Mellado ha publicado varios libros sobre técnica fotográfica y ha desarrollado un método propio para revelar archivos digitales. Gracias a ellas ha conseguido crear una obra, casi siempre relacionada con el paisaje, en el que siempre aparece la mano del hombre. Carreteras, humos industriales, … recordatorios de que los humanos estamos presentes en cada rincón del planeta.

La técnica con la que Mellado interpreta sus paisajes le ayuda a crear fotografías, por medio de un uso determinado del color, que dota a sus fotografías de un aspecto bastante sobrecogedor. De alguna manera Mellado ha utilizado sus investigaciones para crear una forma fotográfica que le ayuda a contar las cosas de la manera en la que a él le interesa contarlas.

En este sentido no es el primero que  aplica sus investigaciones a su lenguaje fotográfico. Autores como Ansel Adams y Fred R. Archer, creadores del sistema de zonas, lo hicieron antes que él Pero Mellado, además de creador de una forma fotográfica muy reconocible es también uno de estos fotógrafos que considera que no hay que llevar siempre encima una cámara. Y con esta convicción aterriza en el año 2006 en La Habana.

Y en uno de sus primeros paseos por el Malecón de la ciudad se encuentra con esta escena: Un magnífico Chevy azul aparca delante de él. Todo un espectáculo. Entonces, como en un más difícil todavía, se abren las puertas del coche. Música a todo volumen que procede del interior, y una pareja que sale de él y se pone a bailar. ¡Esto nada más llegar a La Habana!

José María se queda boquiabierto. Tímidamente y como un convidado de piedra se acerca a la pareja y articula unas palabras. “Acabo de llegar de Madrid y me ha sorprendido mucho que os pongáis aquí a bailar, ¿esto es por algo?”. Ellos le miran. “¡Ah!, no, no, simplemente estábamos contentos, nos hemos parado y nos hemos puesto a bailar. Y ahora nos vamos, así, sin más”.

José María intuye que algo se le está escapando entre los dedos. “¿Os importaría mañana quedar por la tarde y que os haga una foto?”. “Por supuesto que no”. Le contestan. “Vale, nos vemos antes de la puesta del sol. Hasta mañana”.

Ya con su cámara Haselblad al cuello, al atardecer del día siguiente baja al Malecón, pensando que quizás ni siquiera aparecerían. Pero a la hora prevista llegaron, aparcaron e hicieron lo mismo. Hizo varias tomas de las que eligió ésta. La que combina el amarillo del jersey del chico con la línea del suelo y la ropa de ella con el azul del coche.

El resultado es esta recreación de la vida. Una fotografía que Mellado reconoce que colocaría entre sus diez favoritas.

Una copia de esta fotografía acabó siendo comprada por el Chazen Museum of Art de Wisconsin y está en su colección permanente. Por este motivo y pensando que a los bailarines les gustaría saber que estaban en un museo de Estados Unidos José María intentó contactar con ellos. Sin éxito. El número de teléfono que le habían proporcionado no sirvió de nada. Había cambiado. Algo que parece ser muy común en Cuba. Porque parece que allí todo se obstina en estar vivo sobre la marcha. Y esto para un fotógrafo que no lleva una cámara encima es una complicación adicional. Sin embargo Mellado en esta fotografía capturó lo que no se puede escenificar sin perderlo: la vida humana.

El poeta Yeats decía que cómo era posible distinguir al que baila del baile. Esta pareja de La Habana ha quedado para siempre enredada en un baile al atardecer, la hora en la que Mellado, el ingeniero de formación acostumbrado a trabajar con una metodología rigurosa, los ha colocado para siempre.

 

En conclusión, un libro esencial para aquellas personas, aficionadas o profesionales, que sientan curiosidad por conocer las anécdotas y las circunstancias que rodearon a las fotografías españolas más conocidas.

DATOS TÉCNICOS:

Título: 50 fotografías con historia

Autores: Félix Fuentes (textos, salvo excepciones), José María Díaz Maroto (selección de autores y fotografías), Beatriz Martín Bernal (documentación), Gonzalo Revidiego (coordinador del proyecto), Esther Ginés y Cristina García (corrección).

Editorial: Signo Editores.

Año de publicación: 2017.

Dónde conseguirlo: https://www.50fotografiasconhistoria.es/

 

LISTADO COMPLETO DE FOTÓGRAFOS:

Agustí Centelles (Valencia, 1909 – Barcelona, 1985)

Juan Manuel Díaz Burgos (Cartagena, Murcia, 1951)

Sandra Balsells (Barcelona, 1966)

Luís Baylón (Madrid, 1958)

Sergio Belinchón (Valencia, 1971)

Joana Biarnés (Tarrasa, Barcelona, 1935)

Ricardo Cases (Orihuela, Alicante, 1971)

Luis Castelo (Palencia, 1961)

Juan Manuel Castro Prieto (Madrid, 1958)

Francesc Català-Roca (Tarragona, 1922 – Barcelona, 1998)

Toni Catany (Mallorca, 1942 – Barcelona, 2013)

Joan Colom (Barcelona, 1921 – Barcelona, 2017)

Chema Conesa (Murcia, 1952)

Matías Costa (Buenos Aires, Argentina, 1973)

Cristina de Middel (Alicante, 1975)

Marisa Flórez (León, 1948)

Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955)

Alberto García-Alix (León, 1956)

Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949)

Elisa González Miralles (Madrid, 1978)

Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963)

Pablo Juliá (Cádiz, 1949)

Ouka Leele (Madrid, 1957)

Xurxo Lobato (A Coruña, 1956)

César Lucas (Cantiveros, Ávila, 1941)

Chema Madoz (Madrid, 1958)

Fernando Maquieira (Puertollano, Ciudad Real, 1966)

Ángel Marcos (Medina del Campo, Valladolid, 1955)

Ramón Masats (Caldes de Montbui, Barcelona, 1931)

Oriol Maspons (Barcelona, 1928 – Barcelona, 2013)

José María Mellado (Almería, 1966)

Enrique Meneses (Madrid, 1929 – Madrid, 2013)

Sofía Moro (Madrid, 1966)

Nicolás Muller (Hungría, 1913 – Llanes, Asturias, 2000)

Isabel Muñoz (Barcelona, 1951)

Rafael Navarro (Zaragoza, 1940)

Eduardo Nave (Valencia, 1976)

José Manuel Navia (Madrid, 1957)

Pablo Pérez-Mínguez (Madrid, 1946 – Madrid, 2012)

Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930)

Benito Román (Madrid, 1950)

Jorge Rueda (Almería, 1943 – Almería, 2011)

Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959)

Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932 – Madrid, 2015)

Alberto Schommer (Vitoria, 1928 – San Sebastián, 2015)

Ricard Terré (Sant Boi de Llobregat, Barcelona, 1928 – Vigo, 2009)

Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953)

Javier Vallhonrat (Madrid, 1953)

Virxilio Vieítez (Soutelo de Montes, Pontevedra, 1930 – Pontevedra, 2008)

Gerardo Vielba (Madrid, 1921 – Madrid, 1992)

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